La mala interpretación del empoderamiento

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La Mala Interpretación del Empoderamiento:

Equilibrando el Crecimiento Personal y la Responsabilidad en las Relaciones

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En los últimos años, hemos visto cómo movimientos sociales que promueven el empoderamiento femenino, la independencia y la auto-realización han transformado las dinámicas de género. Es inspirador ver a mujeres que persiguen su crecimiento personal, sus metas profesionales y su autonomía; estos son pasos esenciales hacia la igualdad y la realización personal. Sin embargo, como ocurre con muchas ideas poderosas, estos cambios a veces pueden ser malinterpretados y mal aplicados, llevando no al empoderamiento, sino a un desequilibrio en las relaciones. Este fenómeno refleja cómo principios en otras áreas, como el Islam, han sido distorsionados en ocasiones para servir intereses individuales a costa del bienestar colectivo.

El núcleo de estas malas interpretaciones radica en no entender cómo la independencia y la libertad personal encajan dentro de una relación de pareja. Personalmente, he experimentado este desequilibrio. Estuve con una mujer que estaba muy enfocada en su auto-realización: trabajando en su cuerpo, desarrollando sus intereses y persiguiendo sus metas. Aunque respetaba su dedicación a su crecimiento personal, el problema surgió cuando ella también esperaba disfrutar de todos los beneficios tradicionales de una relación sin aportar de manera significativa—ya sea financieramente, emocionalmente o en responsabilidades del hogar.

Esta dinámica creó una situación donde ella esperaba que yo asumiera el rol tradicional de proveedor y líder emocional, mientras que ella se desvinculaba de cualquier responsabilidad hacia mis necesidades emocionales o el cuidado compartido necesario para mantener una relación saludable. No se trataba solo del dinero; era sobre el trabajo más profundo y a menudo invisible que hace que las relaciones prosperen. El resultado fue un arreglo unilateral donde se esperaba que yo cumpliera con mi parte, pero ella se sentía excusada de cumplir la suya bajo el pretexto de priorizar su libertad y crecimiento individual.

Esta experiencia refleja una tendencia más amplia en las relaciones modernas, donde el mensaje de empoderamiento personal a veces se saca de contexto. Cuando se mal aplica, estas ideas pueden fomentar un sentido de derecho—alentando a las personas a priorizar sus propios intereses mientras evitan las responsabilidades que conlleva estar en una relación comprometida. Es similar a cómo algunos aspectos de la religión, como el Islam, han sido malinterpretados por individuos para beneficio personal. En esos casos, principios bien intencionados, como la disciplina o la guía espiritual, se retuercen para justificar comportamientos opresivos o egoístas. De manera similar, el impulso por la independencia puede, cuando se entiende mal, llevar a disfunciones en la relación en lugar de un crecimiento mutuo.

La esencia de una relación saludable reside en el equilibrio—donde ambos miembros aportan al bienestar del otro de maneras que reflejan sus fortalezas, y donde las responsabilidades se comparten de manera justa y sostenible. Sin embargo, cuando la realización personal se convierte en una justificación para evitar la responsabilidad, una de las partes inevitablemente carga con una porción desproporcionada del peso. Con el tiempo, este desequilibrio puede erosionar la confianza, generar resentimiento y debilitar el vínculo emocional entre la pareja.

El verdadero empoderamiento, en el contexto de las relaciones, implica más que la realización personal individual. Requiere reconocer la importancia de la pareja, donde ambas personas invierten activamente en el bienestar del otro. El crecimiento personal no debería usarse como razón para desvincularse de las responsabilidades relacionales, sino más bien como una forma de enriquecer la relación. Cuando las personas crecen dentro de una relación—apoyando las metas del otro y ofreciendo cuidado emocional—se crea una dinámica que beneficia a ambos y fortalece la conexión.

El desafío radica en recalibrar estos roles de género en evolución para que promuevan tanto la autonomía personal como la responsabilidad compartida en la relación. La independencia y la auto-realización deben coexistir con las responsabilidades compartidas y el cuidado mutuo. Así como los principios religiosos pueden inspirar disciplina, guía y armonía cuando se aplican correctamente, las ideas de empoderamiento e independencia pueden fomentar relaciones saludables y equilibradas cuando se entienden en su contexto completo.

En última instancia, el objetivo no es regresar a roles tradicionales rígidos, sino encontrar un nuevo equilibrio donde ambos miembros se sientan valorados y apoyados. La interdependencia—donde ambos individuos prosperan de manera individual mientras contribuyen a una vida compartida—debería ser la base. Esta es la clave para relaciones duraderas: responsabilidad mutua, comunicación abierta y un compromiso compartido con el crecimiento y la felicidad del otro.

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