El mito del gran orador

El mito del gran orador

El Mito del Gran Orador: Cuando las Palabras No Son Suficientes

Oct 1, 2024

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Ah, la elocuencia, ese maravilloso arte de embellecer lo simple y complicar lo evidente. En nuestra sociedad, hemos elevado a pedestal a aquellos que manejan las palabras con destreza, asumiendo que su habilidad para comunicarse es sinónimo de inteligencia superior, liderazgo innato y una comprensión multidimensional del universo. ¡Qué agradable es creer que el mejor conversador de la fiesta es también el próximo premio Nobel en potencia! Pero, ¿y si este encantador mito no es más que eso, un mito?

Estoy impresionado de que mucha de la gente muy brillante batalla para hablar. Tomemos como ejemplo a Peter Thiel, cofundador de PayPal y a Marc Andreessen, partner de A16z, que a pesar de ser unas mentes brillantes en el mundo de la tecnología y las finanzas, ambos se traban, tartamudean y/o hablan sin mesura al hablar en público. Pero su dificultad para comunicarse verbalmente no les ha impedido fundar empresas billonarias ni influir en el futuro de la tecnología.

Otro caso es Elon Musk, el visionario detrás de Tesla, SpaceX y otras empresas innovadoras. Musk es conocido por sus pausas incómodas y su estilo poco convencional de comunicación. A veces titubea o se desvía en sus discursos, pero eso no ha disminuido el impacto de sus ideas revolucionarias ni su capacidad para liderar múltiples industrias.

Estos ejemplos ilustran un principio fundamental: la brillantez intelectual y el liderazgo no siempre se reflejan en la fluidez verbal o en la elocuencia tradicional. A menudo, las mentes más brillantes están tan inmersas en sus pensamientos profundos y complejos que las palabras no fluyen de manera convencional. Esto sugiere que la comunicación efectiva no es unidimensional y que el contenido sustancial puede superar la forma en que se presenta.

Por otro lado, pensemos en Donald Trump, un hombre que ha hecho de la repetición y la generalización un arte. Criticado por no seguir las reglas de etiqueta comunicativa, Trump tiende a martillar las mismas ideas una y otra vez. Sin embargo, ha logrado conectarse con una amplia audiencia y ha ocupado posiciones de poder significativo.

Estos outliers, estas anomalías en la comunicación efectiva, nos hacen replantear nuestras suposiciones. Quizás detrás de sus estilos poco convencionales hay una lección más profunda: que la esencia y autenticidad de las ideas pueden resonar más que la forma en que se expresan. Esto se alinea con el principio fundamental de que el contenido y la sustancia son más importantes que la presentación superficial.

Es posible que hayamos estado mirando el espejo equivocado, admirando la superficie brillante sin notar la profundidad que se encuentra por debajo. Tal vez la verdadera multidimensionalidad no reside en la habilidad de hablar de todo un poco, sino en la profundidad de comprensión y en la autenticidad de las ideas presentadas.

En conclusión, es hora de desmitificar la asociación automática entre la elocuencia y el liderazgo, entre la habilidad comunicativa y la superioridad intelectual. A veces, las palabras más simples, las ideas más repetidas o incluso la lucha para expresarse pueden mover montañas o, al menos, cambiar el mundo. Esto se basa en el principio fundamental de que la autenticidad y la sustancia superan la forma. Porque, al final del día, no es cuánto hablas, sino el impacto de tus ideas y a quién convences.

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